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Bruselas (ANSA) – A la pregunta de si su plan es un ultimátum, Mario Draghi responde determinado: es tiempo de cambiar, «o será una lenta agonía». El hombre que salvó el euro vuelve a tomar el escenario con un mensaje claro y urgente para la salvación de Europa, que tiene ante sí «un desafío existencial». «Si no logra ser más productiva» se verá obligada «a elegir y redimensionar algunas, si no todas, las ambiciones».

La inyección de confianza vale entre 750 y 800 mil millones de euros cada año. Como un doble plan Marshall, en las cifras detalladas por el ex primer ministro, con un valor del 4,7% del PIB continental. Europa, según Draghi, tiene las características de una Unión más unida y rápida en las decisiones. Se deberá valerse de nuevos instrumentos de deuda común «para determinados proyectos» – con la contragarantía de los países de mantener la deuda pública a niveles más sostenibles – y más flexibilidad sobre las ayudas estatales.

Por primera vez desde la Guerra Fría, la UE debe realmente temer por su propia supervivencia

Mario Draghi, ex presidente del Consejo de ministros

Deberá apuntar a mayores inversiones en defensa, en innovación y en energía, así como en directivas climáticas en armonía con las industriales. Después deberá superar el voto por unanimidad que la convierte en prisionera de sí misma, girando hacia la mayoría cualificada y, donde sea necesario, la cooperación reforzada entre gobiernos dispuestos.

El punto delicado sigue siendo, sin embargo, los financiamientos comunes, una línea roja para Berlín y para los halcones del Norte. Nuevos instrumentos como el Recuperación «no resolverán ningún problema estructural», dijo el ministro de Finanzas, Christian Lindner, rechazando la hipótesis de que esta sea la vía a seguir. Frialdad también por parte de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen para quien «primero está la definición de prioridades y proyectos comunes, luego hay dos caminos posibles: los financiamientos nacionales o nuevos recursos propios» (9 de septiembre).