Praga – Desde el 1 de agosto, está vigente en la República Checa y en toda la Unión Europea la primera regulación legal que regula la inteligencia artificial (IA), conocida también como AI Act. Prohíbe, por ejemplo, la categorización biométrica de los ciudadanos y la IA que manipula a las personas, abusa de los niños o clasifica a las personas según su comportamiento social. Al mismo tiempo, la regulación hará más sencillo el desarrollo, operación y libre circulación de servicios y productos de IA en el mercado interno de la UE. Lo declaró el gabinete del vicepresidente del gobierno para la digitalización Ivan Bartoš (Piratas) en un comunicado de prensa.
«Durante nuestra presidencia, la República Checa se esforzó significativamente para la creación del AI Act, que es nuestra respuesta a los desafíos del rápido progreso tecnológico. Queremos asegurar el uso ético y transparente de la inteligencia artificial, proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos y permitir que nuestras empresas se conviertan en líderes en el sector. Somos los primeros en abordar este problema de manera integral y, con este paso, establecemos un estándar global para la inteligencia artificial segura y responsable. De esta manera los ciudadanos estarán protegidos y tendrán la certeza de que la inteligencia artificial está trabajando en su beneficio,” indicó Bartoš.
Según Bartoš, el objetivo del reglamento, además de proteger a los residentes, es también fomentar la innovación. El AI Act prevé la creación de un llamado sandbox, un entorno controlado donde será posible probar sistemas de inteligencia artificial en condiciones reales antes de su lanzamiento al mercado. Varios estados miembros de la UE también podrán establecer un sandbox común. Estas medidas ayudarán a los empresarios a reducir los costos iniciales y aumentar su competitividad en el mercado internacional.
También incluye un paquete de innovación en IA, cuyo objetivo es apoyar a las pequeñas y medianas empresas y startups en el desarrollo de inteligencia artificial. Permitirá, por ejemplo, que startups europeas utilicen supercomputadoras para entrenar modelos de inteligencia artificial responsable. Según Bartoš, el AI Act no es una regulación en el sentido tradicional de la palabra, sino que se centra en proteger a las personas contra el abuso de la inteligencia artificial y los sistemas de IA de alto riesgo. Cuanto mayor sea el riesgo que presente un sistema de IA, más estrictas serán las reglas para su uso. (1 de agosto)