Tardó en llegar, pero la Unión Europea logró al fin un pacto sobre un tope al precio del gas. Los Veintisiete acordaron, por otra parte, la reforma del sistema del comercio de emisiones, mientras diversifica sus fuentes de suministro de energía, como un cable submarino para importar electricidad verde desde Azerbaiyán. Y todo esto con el ruido de fondo e incesante del llamado «Catargate».
El aviso de la Comisión Europea de que la UE no se va a quedar de brazos cruzados frente a los subsidios que ha aprobado Estados Unidos a su industria de coches eléctricos, baterías o material para instalaciones de energías renovables es uno de los temas más destacados de la actualidad europea que se completa en primera página con la entrada en vigor este lunes de su embargo a todas las importaciones de petróleo ruso transportadas por barco al bloque y también la prohibición de transportar el crudo de Moscú vendido a terceros países a un precio superior a 60 dólares por barril acordado por las potencias del G7.
La atención de la semana que comienza se centra en el paquete de medidas que la Comisión Europea se dispone a presentar este martes para tratar de abaratar la energía en vísperas de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno prevista el jueves y viernes en Bruselas. Es el principal foco de atención informativa muy pendiente también del desarrollo de la guerra en Ucrania.
Los «estragos» que causa la guerra de Rusia en Ucrania, la energía y la situación económica son los tres temas «más apremiantes» que van a centrar la cumbre informal de los líderes europeos del viernes 7 de octubre en Praga, que examinarán además la mejor manera de proteger la infraestructura crítica europea, al tiempo que celebrarán la víspera, el jueves, el primer encuentro de la Comunidad Política Europea. Estas dos destacadas citas van precedidas por el debate este lunes del Eurogrupo de cómo atajar una inflación en máximos históricos y las negociaciones para alcanzar un acuerdo político sobre el octavo paquete de restricciones económicas contra Rusia.
El encarecimiento energético derivado de la guerra en Ucrania y la dependencia de la UE del gas y del petróleo de Moscú están poniendo en jaque las economías de los países la Unión Europea, que ya se han gastado más de 278.000 millones de euros en ayudas para combatir el encarecimiento energético, con Alemania e Italia a la cabeza, según un estudio del laboratorio de ideas bruselense Bruegel. Ahora, Rusia ha cerrado indefinidamente el grifo del gas a Europa y aumentan las voces que piden reformas en el mercado energético e intervenciones para frenarla subida de los precios.