Bruselas – La Unión Europea espera con inquietud la llegada a Italia, uno de sus países fundadores, de un gobierno encabezado por la ultraderechista Giorgia Meloni que, según analistas consultados por Efe, puede generar cierta turbulencia entre Roma y Bruselas en materia migratoria, pero ven poco probable que las políticas exteriores, incluso hacia Rusia, cambien mucho.
Tirando de libro de estilo, la Comisión Europea se negó a valorar el resultado salido de las urnas este domingo, en las que la coalición formada por Hermanos de Italia (FdI), Liga y Forza Italia (FI) ganó las elecciones con el 44,1 % de los votos, mientras que FdI de Meloni es el partido más votado con el 26,2 %, por lo que será la encargada de formar el Gobierno. Bruselas espera una «cooperación constructiva con las nuevas autoridades italianas», dijo el portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer, quien negó que los comicios se puedan leer como un «juicio» a las políticas europeas. El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, pidió, por su parte, que la cooperación Roma esté basada en «posiciones serias» y pidió que se respete el plan de recuperación acordado entre las autoridades comunitarias y el Ejecutivo anterior de Mario Draghi.
Lo importante es avanzar con los compromisos que se asumieron, en especial con el plan de recuperación porque esto es para todos los Estados miembros y especialmente con aquellos que tienen el alto nivel de deuda como una prioridad real.
Paolo Gentiloni, comisario de Economía.
Todos los ojos del Parlamento Europeo estaban puestos este lunes en el papel que jugará el Partido Popular Europeo (PPE), que alberga en su seno a Forza Italia, en la previsible próxima coalición de gobierno con Hermanos de Italia y Liga. Los partidos europeos a la izquierda de la futura coalición de gobierno italiana (socialdemócratas, liberales, verdes e izquierda) alertaron sobre un futuro gobierno al que se refirieron como «una amenaza a la democracia». (26 de septiembre)
OCDE: muchos países entrarán en recesión si falla el gas en Europa
París/Bruselas/Budapest – Muchos países europeos caerán en recesión en 2023 si hay problemas de aprovisionamiento de gas los próximos meses, un escenario que podría concretarse si no se consigue cumplir la reducción de consumo del 10 % que ha fijado la UE, y sobre todo si el invierno es frío, advierte la OCDE, en su informe intermedio de Perspectivas publicado este lunes.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) explica que si el abastecimiento no logra cubrir las necesidades, las perturbaciones económicas se prolongarán hasta 2024 y tendrán impacto en todo el mundo. Incluso si no llega a producirse ese escenario negro, la organización ha tenido que revisar a la baja las proyecciones que hizo hace tres meses por el impacto de la guerra en Ucrania y las restricciones por el covid en China, de forma que la ralentización de la economía global se va a traducir en que el crecimiento quedará limitado al 3 % en 2022 y al 2,2 % en 2023.
Por su parte, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, reconoció este lunes que la depreciación del euro «ha contribuido al aumento de las presiones inflacionistas» en la eurozona. En una comparecencia ante la Comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, la jefa del emisor del euro explicó que este factor se suma al aumento de los precios de la energía y los alimentos, factores «dominantes» de la inflación en general, que en agosto alcanzó una tasa interanual del 9,1 % en el área de la moneda única. Las últimas proyecciones del BCE apuntan a que la inflación anual cerrará 2022 en el 8,1% y bajará al 5,5 % el año próximo y al 2,3 % en 2024. Unos reveses económicos de los que el primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, culpa en parte a las sanciones de la UE a Rusia, unas medidas punitivas que considera «fracasadas» y sobre las que va a hacer una próxima «consulta nacional». (26 de septiembre)
Europa denuncia en la ONU las «mentiras» rusas y busca más apoyo global
Naciones Unidas/ Nueva York /Londres – Europa trató de desmontar ante la ONU las «mentiras» de Rusia en torno a la guerra de Ucrania y de evitar que los países del llamado «sur global» se alineen con Moscú en un momento de fuerte fractura internacional. «El Kremlin está llevando a cabo una guerra híbrida que combina la violencia armada con el veneno de las mentiras», afirmó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, descartó la conveniencia de un alto el fuego entre Ucrania y Rusia y defendió que la única opción de terminar esta guerra es que Rusia ponga fin a la invasión. «Sé que algunos piden un alto el fuego, pero la realidad es que si Rusia deja de luchar, no habrá más guerra en Ucrania. Si Ucrania deja de luchar, no habrá más Ucrania», aseguró Von der Leyen en un discurso en la Universidad de Princeton, aprovechando su estancia en Nueva York por la Asamblea General de la ONU.
Este es un momento peligroso porque el Ejército ruso ha sido arrinconado y la reacción de Putin amenazando con usar armas nucleares es muy mala.
Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea.
«La seguridad mundial está en peligro», advirtió el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, en su intervención en nombre de la UE ante el Consejo de Seguridad de la ONU. En una entrevista divulgada por la BBC, defendió después la necesidad de buscar una «solución diplomática» a la guerra en Ucrania que mantenga la «soberanía e integridad territorial» del país. Borrell recalcó que la salida al conflicto debe pasar por la mesa de negociaciones: «De otra forma, podemos terminar la guerra, pero no lograremos paz, porque tendremos otra guerra», sostuvo. (22, 23 y 24 de septiembre).
La UE no reconocerá los resultados de los referéndums de Rusia en Ucrania y busca consenso sobre rusos que huyen de la movilización
Moscú/Bruselas/Naciones Unidas – La ONU, EEUU y la Unión Europea (UE) han manifestado su rechazo a los referéndums puestos en marcha por Rusia el viernes para anexionar las regiones ucranianas parcialmente ocupadas de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia, y han adelantado que no reconocerán sus resultados. La votación concluirá este martes.
Ucrania, que ha calificado de «farsa» los referéndums, ha dejado claro que no aceptará sus resultados y tampoco cambiará su estrategia en el campo de batalla, donde Rusia ha sufrido duras derrotas en los siete meses de campaña militar tanto en el norte de Ucrania como en el noreste. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha lanzado acusaciones de genocidio contra Rusia, al atribuirle la intención de «exterminar físicamente» a los indígenas de los territorios ocupados en los que ha puesto en marcha el reclutamiento de reservistas.
Rusia utiliza la movilización criminal no solo para prolongar el sufrimiento de las personas en Ucrania y desestabilizar aún más el mundo, sino también para exterminar físicamente a los hombres, representantes de los pueblos indígenas que viven en los territorios controlados hasta ahora, temporalmente, por la Federación Rusa.
Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania.
Al día siguiente de la convocatoria de los referendos, el miércoles pasado, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció una movilización parcial de reservistas, medida que le demandaban hace meses desde sectores ultranacionalistas. Según el Ministerio de Defensa de Rusia, la movilización afecta a 300.000 reservistas y pueden ser llamados a filas los soldados rasos y suboficiales de hasta 35 años, los oficiales de menor rango de hasta 50 años y los de mayor rango de hasta 55 años. Sin embargo, las oficinas de reclutamiento no siempre cumplen con estos criterios y la movilización ordenada por Putin ha reactivado las protestas en el país contra la campaña militar en Ucrania. Mientras tanto, la UE trata de buscar una posición sobre la eventual acogida de rusos que huyen de Rusia para no enrolarse en el Ejército, a la que los países bálticos, Finlandia y Polonia se oponen. (23, 24 y 25 de septiembre)
Semana crucial en la crisis del CGPJ: visita de Reynders y órdago de Lesmes
Madrid – La crisis del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) encara su semana más crucial con la visita del comisario de Justicia de la UE, Didier Reynders, para mediar en la renovación del CGPJ, y su presidente, Carlos Lesmes, trabajando a contrarreloj para forzar un acuerdo antes del día 3 que permita renovar el Constitucional y deje vía libre a su previsible dimisión.
El viaje del comisario Didier Reynders no pretende ser testimonial, sino todo lo contrario, pues abordará el bloqueo del Consejo con la intención de «entrar en un diálogo, no solo pedir que haya discusiones, sino que haya contactos», es decir, de mediar entre las partes para retomar las negociaciones para la renovación. Sin embargo, sobre el terreno, su visita tiene más eco mediático que pragmático pues las fuentes no son nada optimistas con la «mediación institucional» del comisario, toda vez que Europa lleva años emitiendo las mismas señales de alarma respecto de la renovación y posterior reforma del CGPJ. «Reynders no cambiará nada la situación», dicen los vocales consultados.
El mismo día 29, cuando se celebra el pleno ordinario del Consejo, Reynders se reunirá con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, la titular de Justicia, Pilar Llop, así como con el Partido Popular. Ya el viernes 30 mantendrá un encuentro con Carlos Lesmes, quien tiene por delante una de las semanas, quizás la última, más complicadas de su mandato, que va ya para nueve años. Está por ver si la inminente llegada del comisario y el último paso dado por Lesmes para preparar su dimisión sirven de algún modo para que los partidos den un paso al frente y reactiven la negociación, algo que no se espera, aunque todo puede cambiar habida cuenta de la trascendencia de esta semana para el CGPJ. (25 de septiembre)
Esta recopilación es una selección editorial basada en la cobertura europea de EFE. La responsabilidad editorial de esta publicación es de EFE. Se publica los lunes.